A veces un buen anuncio publicitario no necesita de grandes dosis de imaginación. Basta meter en una coctelera varios ingredientes como fecha clave para su difusión, colores corporativos e intriga y, ¡zas!, ya se tiene un producto interesante, rememorable y, sobre todo, simpático.
Así es el nuevo anuncio de Ikea para Halloween: poco original, predecible, sencillo de rodar y efectivo. ¿Efectivo? El objetivo sigue siendo posicionarse en la mente del consumidor de manera permanente y, aquí está la novedad, informar de que estarán abiertos sus almacenes hasta las 11 de la noche.
Noche, lugares amplios, infinitos pasillos, travelling persecutorio y deseo de conocer qué se esconde tras el siguiente giro son los elementos "archiconocidos" de la famosa escena de "El Resplandor".
A todo ello se le suma el componente "Halloween" y se obtiene "algo" que funciona pero que no pasará a la historia de los grandes anuncios publicitarios.
El toque Ikea se puede encontrar en la importancia que se le otorga a las innumerables lámparas que, cada una en su papel, ayudan a crear ambiente por sus parpadeos, movimientos y colores utilizados.
En este corte de "El Resplandor" podemos observar claramente una de las grandes diferencias entre la genialidad y la copia. La ausencia de efectos visuales accesorios, la quietud de la música y el plano contrapicado del niño cuando se detiene. La calma es la peor antesala a la tragedia y Kubrick lo sabe.
Pero Ikea no debe estar por labor de intrigar en demasía porque lo que quiere es mandar un mensaje claro del nuevo horario de cierre. También opta por recurrir a lo más sencillo: llenar la imagen de sonidos y sensaciones de la forma más trivial: ruidos y luces que rellenen la imagen.
Utilizar el símil como esqueleto del mensaje publicitario está bien porque facilita la comprensión del mensaje y simplifica el tortuoso camino de convertirse en un "insight".
En definitiva, Ikea trata de copiar esta otra secuencia que es más impactante, más conocida y, por supuesto, más sencilla de realizar.